AUTOR:
Michel-Guillaume-Jean de Crèvecoeur (también conocido como J.
Hector St. John de
Crèvecoeur)
TRADUCTOR: Pedro
Peña
N. del T.: el
francés CRÈVECOEUR (1735-1813) fue un noble de baja jerarquía que
durante algunos años vivió en las colonias francesas e inglesas en
Norteamérica. Llegó allí después de haber completado sus estudios
en Inglaterra. En Canadá se enlistó en la Milicia Colonial Francesa
con grado de oficial. Fue tomado prisionero tras la derrota de las
tropas francesas en Quebec. Luego de su liberación se trasladó a
New York, desde donde viajó a lo largo y ancho de las colonias
inglesas como comeciante. En 1769 compró tierras al noreste de New
York y se asentó como granjero. Al tiempo comenzó a escribir
ensayos y crónicas sobre su experiencia en aquella nueva América
cuya identidad se estaba forjando en conflictos permanentes entre las
coronas, los nativos y los colonos independentistas.
Cuando estaba
próxima a estallar la guerra de independencia, Crèvecoeur,
simpatizante británico (como queda claro en sus escritos), decidió
regresar a Francia. Allí descubrió que sus escritos eran muy bien
recibidos. En 1782 vio la luz en Inglaterra su libro Letters from
an american farmer, que adquirió fama rápidamente. Se trataba
de una exaltación modélica de la nueva nación en ciernes.
Luego de varios
viajes, incluido un regreso en 1787 como cónsul a lo que ahora se
había convertido en los EEUU, Crèvecoeur pasó sus últimos años
en Normandía como un escritor noble y olvidado que escribía sobre
cosas que ya no interesaban, en medio de los conflictos europeos
dominados por la figura de Napoleón.
Carta III: QUÉ ES UN
AMERICANO (fragmento)

¿Qué atadura puede
un pobre emigrante europeo tener por un país donde nunca tuvo nada?
El conocimiento del lenguaje, el amor por unos pocos parientes tan
pobres como el mismo, eran los únicos hilos que lo ataban. Su país
es ahora aquel que le da tierra, pan, protección e importancia. Ubi
panis idi patrias es el motor de todos los emigrantes. ¿Qué es
entonces el americano, este nuevo hombre? Es un europeo, o el
descendiente de un europeo, de tal forma que tan extraña mezcla de
sangre no se encuentra en otro país. Yo podría señalarles a
ustedes una familia cuyo abuelo era un inglés, su esposa una
holandesa, cuyo hijo se casó con una mujer francesa, cuyos
descendientes tienen ahora cuatro esposas de diferentes naciones. Él
es un americano, quien dejando detrás de sí sus antiguos prejuicios
y sus antiguas costumbres, recibe otras nuevas provenientes de la
nueva forma de vida que ha abrazado, un nuevo gobierno al que
obedece, y el nuevo estatus que ahora sostiene. Él se
convierte en americano al ser recibido en el amplio regazo de nuestra
gran Alma Mater. Aquí individuos de todas las naciones se
mezclan en una nueva raza cuyos trabajos y posteridad un día
causarán grandes cambios en el mundo.
Los Americanos
estuvieron una vez dispersos por toda Europa. Aquí están
incorporados dentro de uno de los más afinados sistemas de población
que ha existido alguna vez y que en adelante los distinguirá a causa
de los diferentes climas en los que habitan. El americano debería
entonces amar este país mucho más que aquel en el que sus padres
nacieron. Aquí las recompensas de su trabajo industrioso siguen con
igual paso el progreso de su labor; su labor está fundada en la base
de la naturaleza, el interés propio. ¿Puede desearse un mayor
estímulo? Esposas y niños, quienes antes en vano demandaban de él
un bocado de pan, ahora rollizos y vivaces, de forma agradecida,
ayudan a su padre a limpiar aquellos campos en los que los cultivos
exuberantes crecerán para alimentarlos y vestirlos a todos, sin que
ninguna parte sea reclamada por príncipes despóticos, abates ricos
o poderosos señores. Aquí la religión demanda poco de él: un
pequeño salario voluntario al ministro y la gratitud a Dios. ¿Puede
rehusarse a esto?
El Americano es un
hombre nuevo que actúa bajo nuevos principios. Debe por eso generar
nuevas ideas y formar nuevas opiniones. Del ocio involuntario, la
servil dependencia, las penurias y la labor inútil, ha pasado a un
trabajo arduo de una naturaleza muy diferente, recompensado por una
abundante subsistencia. Esto es un americano.
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