N. del T.: Benjamin
Franklin (Boston, 1706 – Filadelfia, 1790) es considerado uno de
los padres fundadores de los EEUU. Nacido de una familia pobre, es
una de las primeras encarnaciones del legendario self-made-man
estadounidense. Se lo asocia tanto a la política como a la ciencia.
Destacó como embajador de las entonces colonias inglesas en Europa
al igual que como inventor. Y escribió muchísimo sobre sus trabajos
en un campo y en el otro. El texto que sigue no fue dado a conocer al
público hasta bien entrado el siglo XX. Ninguno de los biógrafos y
editores decimonónicos de Franklin se atrevió a publicarlo antes
por juzgarlo demasiado indecente. Late en las palabras del autor una
visión muy machista de la mujer y de su rol social y cultural. Por
eso mismo el texto podría servir para historiar la forma en que las
culturas hoy dominantes, a través de las ideas de uno de sus
forjadores, han considerado las relaciones entre hombres y mujeres. Y
también para visualizar cómo es que esas ideas han evolucionado, en
uno u otro sentido.
Por último, un
detalle: las versiones que circularon de forma privada iban bajo el
título original de “Advice to a young man on the choice of a
mistress”. En castellano: “Consejo para un joven ante la elección
de una amante”.
25 de junio
de 1745
Mi querido
amigo,
No conozco
medicina natural alguna que sirva para disminuir las violentas
inclinaciones naturales que tú mencionas; y si la conociera, pienso
que no te la aconsejaría. El matrimonio es el remedio adecuado. Es
el estado más natural del hombre, y por esa razón el estado en el
que más probablemente encontrarás una sólida felicidad. Tus
razones en contra de entrar en él al presente, me parecen no bien
fundadas. Las ventajas circunstanciales que tienes en vista al
posponerlo no solamente son inciertas sino que son pequeñas en
comparación con el asunto en sí, con el estar casado y asentado.
Son el hombre y la mujer unidos los que hacen al ser humano completo.
Separados, ella quiere el poder de su cuerpo y la fuerza de su razón;
él, su suavidad, sensibilidad y ajustado discernimiento. Juntos es
más probable que triunfen en el mundo. Un hombre soltero ni siquiera
se acerca al valor que podría tener en aquel estado de unión. Es un
animal incompleto. Se asemeja a la mitad impar del par de tijeras. Si
consigues una esposa prudente y saludable, tu industria en tu
profesión y su buena economía harán suficiente fortuna.
Pero si tú
no tomas este consejo, y persistes en pensar en el comercio
inevitable del sexo, entonces repito mi consejo anterior: que en
todos tus amores prefieras las mujeres maduras a las jóvenes. Tú
llamas a esto una paradoja y requieres mis razones. Y son estas:
1. Porque
como tienen un mayor conocimiento del mundo y sus mentes están mejor
dotadas de observaciones, su conversación es más instructiva y más
perdurablemente agradable.
2. Porque
cuando las mujeres dejan de ser atractivas se preocupan por ser
buenas. Para mantener su influencia sobre el hombre, ellas suplen la
disminución de la belleza con un aumento de la utilidad. Aprenden a
realizar mil servicios pequeños y grandes, y son el amigo más
tierno y útil cuando estás enfermo. De esa manera ellas siguen
siendo amables. Y por consiguiente es muy raro que se encuentre tal
cosa como una mujer madura que no sea una buena mujer.
3. Porque no
hay riesgo de niños, los cuales, si son producidos irregularmente,
deben ser atendidos con mucha inconveniencia.
4. Porque a
través de su mayor experiencia, ellas son más prudentes y discretas
para conducir una intriga que prevenga una sospecha. El comercio con
ellas es de esa forma más seguro para tu reputación. Y también
para la de ellas, si sucede que la aventura llega a conocerse,
considerando que la gente podría estar bastante más inclinada a
excusar a una mujer madura que amablemente prodiga cuidados a un
hombre joven, pule sus costumbres con sus consejos y lo previene de
arruinar su salud y fortuna entre las prostitutas mercenarias.
5. Porque en
cada animal que camina vertical, las deficiencias de los fluidos que
llenan sus músculos aparecen primero en las partes más altas: la
cara es la primera en tornarse arrugada y sin vivacidad; luego el
cuello; entonces el pecho y los brazos; las partes más bajas
continúan hasta lo último tan rollizas como siempre; por lo tanto,
cubriendo todo lo de arriba con una cesta, y considerando solo lo que
queda debajo del cinturón, es imposible disinguir entre dos mujeres
cuál es la madura y cuál es la joven. Y como en la oscuridad todos
los gatos son pardos, el placer del disfrute corporal con una mujer
madura es al menos igual, y frecuentemente superior, y cada
habilidad, a través de la práctica, capaz de mejorarse.
6. Porque el
pecado es menor. Corromper a una virgen puede ser su ruina y hacerla
infeliz para toda la vida.
7. Porque el
remordimiento es menor. Haber hecho miserable a una mujer joven puede
darte frecuentes amargas reflexiones; ninguna de las cuales se
presentará cuando hagas feliz a una mujer madura.
8.
Finalmente, ¡ellas son tan agradecidas!
Y eso es
todo para lo de mi paradoja. Pero aun te aconsejo que te cases
directamente; saludos cordiales. Tu afectuoso amigo.
que cara de 100 dólares !!!!!!!!!!!!
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