Fragmento de LAS MARAVILLAS DEL MUNDO INVISIBLE
Traductor: Pedro
Peña
Cotton
Mather fue un ministro puritano norteamericano y, como tal, una de
las voces religiosas más influyentes a fines del siglo XVII y
principios del XVIII. Dedicó gran parte de sus escritos al combate
contra la brujería y a justificar los famosísimos juicios
realizados en Salem en 1692. Particularmente a través de LAS
MARAVILLAS DEL MUNDO INVISIBLE, publicado en 1693. Sus múltiples
obras fueron causa de controversia incluso entre sus contemporáneos,
y aunque al final de esta breve introducción al tema él mismo se
deslinda de los juicios, hay testimonios que lo ubican
presencialmente, y en primera línea, en las ejecuciones. Un
personaje complicado. Una suerte de teórico inquisitorial puritano
dispuesto a prodigar ajusticiamientos sin mayores consideraciones. Y,
además, desde una perspectiva que podríamos llamar
científico-médica, un defensor de la vacuna contra la viruela.
Ortodoxo en la religión y progresista en la ciencia. Como para
demostrar que en una misma vida hay espacio para casi todo.
Los primeros
plantadores de estas colonias fueron una generación elegida de
hombres, tan puros como para renegar de las muchas cosas que
consideraban necesitadas de reforma en otras partes, y, aun así, tan
pacíficos que abrazaron un exilio voluntario en el desierto
americano, escuálido y hórrido, en vez de vivir en disputa con sus
hermanos. Aquellos buenos hombres imaginaron que legarían su
posteridad en un lugar donde nunca se verían las incursiones de la
blasfemia o la superstición. Y una persona reconocida, retornando
desde allí pudo, en un sermón ante el Parlamento, declarar: “He
estado siete años en un país en el que nunca vi un hombre borracho,
ni escuché un juramento, ni una blasfemia, ni vi ningún vagabundo
en las calles en todo aquel tiempo...”.
Pero ¡ay!, los hijos
y los criados de aquellos viejos fundadores deben soportar muchas
plantas degeneradas, y ha aumentado ahora el número de gente
inclinada en una dirección distinta a la de nuestro Josué1
y de los ancianos que le sobrevivieron. (...) Para hacerlo breve,
aquel interés en el Evangelio, que era el mensaje y el encargo de
nuestros padres para este lugar del fin del mundo, ha sido negado y
pospuesto en demasía, y los logros de una generosa educación,
devaluados por las multitudes que han caído ahora en una exorbitante
maldad. Y algunos, especialmente nuestros jóvenes, cuando se han
ido lejos de las restricciones aquí impuestas sobre ellos, se han
vuelto extravagante y abominablemente maliciosos. Es así entonces
que la felicidad de Nueva Inglaterra ha sido solo por un tiempo, como
fue dicho, y no por un largo tiempo, como podríamos haber deseado.
Una variedad de calamidades ha afligido desde hace tiempo a esta
colonia. Y tenemos todas las razones imaginables para atribuírsela a
la reprimenda del cielo sobre nosotros, a causa de nuestras múltiples
apostasías. No hacemos un buen uso de nuestros desastres si no
“Recordamos la razón por la que caemos, nos arrepentimos, y
hacemos los primeros trabajos...2”.
Pero aun nuestras aflicciones deben llevarse a una consideración más
lejana. Hay una causa más profunda para nuestra desgracia. Hay que
reconocerlo.

...
No distraeré aun más
al lector de su tan esperado entretenimiento en este breve informe de
los juicios que han sucedido sobre algunos de los malhechores
posteriormente ejecutados en Salem por brujería, de la cual fueron
convictos. Por mi parte, no estuve presente en ninguno de ellos, ni
tuve alguna vez ningún prejuicio personal con respecto a las
personas traídas a escena, y mucho menos sobre sus parientes
sobrevivientes, con los que y para quienes seré tan cordial deudo
como cualquier hombre vivo en el mundo. ¡El Señor los reconforte!
1Alude
aquí al patriarca bíblico que sucediera a Moisés y guiara a los
israelitas a la Tierra Prometida.
2Mather
reformula aquí una cita del Apocalipsis (2:5).
3Nombre
dado a la piedra dispuesta como conmemoración de la victoria de
Israel sobre los Filisteos.